Una nueva y escandalosamente divertida anécdota de la historia del rock ha salido a la luz, revelando el lado más irreverente del usualmente diplomático Paul McCartney. Según un ex-compañero de banda, el legendario Beatle y su esposa, Linda, enviaron el contenido del pañal de su hija Stella a un periodista como venganza por una crítica deshonesta.
La historia es una de las joyas incluidas en el nuevo libro de historia oral, “Wings: The Story of a Band on the Run”, y es relatada por el baterista de Wings, Denny Seiwell.
Una Traición y una Venganza Inusual
A principios de los años 70, durante una gira de Wings, la banda fue acompañada por un periodista que había propuesto una historia sobre cómo era la vida familiar en la carretera. Paul y Linda viajaban con sus tres hijas, incluyendo a la entonces bebé Stella.
“Lo llevamos a la prueba de sonido. Lo dejamos estar en el backstage. Lo dejamos subir al autobús. Le permitimos ver cómo vivíamos,” recuerda Seiwell. Sin embargo, el periodista cometió un pecado capital: se fue antes del concierto.
La sorpresa llegó días después, cuando el mismo periodista publicó una reseña del show que no había visto. Y no solo eso, sino que fue una crítica brutalmente negativa.
“Lo destrozó,” relata Seiwell. “¡Todo! La forma en que vivíamos. La forma en que viajábamos. La forma en que sonábamos.” Ante tal deshonestidad, la familia McCartney decidió responder de una manera inolvidable.
Un “Regalo” Especial de Parte de Stella
“Stella era un bebé en ese momento. Así que Paul y Linda tomaron una de esas pequeñas jaboneras de plástico del hotel en el que estábamos, pusieron uno de los pañales sucios de Stella en la jabonera, la envolvieron y se la enviaron,” afirma el baterista.
Seiwell, sin remordimientos, concluye la anécdota con una carcajada: “Eso lo escucharon de mí. No me importa si quieren que se sepa o no. Pensé que era la respuesta perfecta para un grosero periodista británico.”
Aunque Paul McCartney aún no ha confirmado o negado la historia, la anécdota revela un lado poco conocido y ferozmente protector del hombre a menudo visto como el “Beatle amable”, demostrando que incluso las más grandes leyendas del rock no dudarán en ensuciarse las manos (literalmente) para defender su trabajo.
