Un día como hoy, 8 de diciembre de 1980, el mundo recibió una noticia que lo sumió en un estado de shock y duelo colectivo. John Lennon, el genio creativo de The Beatles, el activista por la paz y una de las voces más influyentes del siglo XX, fue asesinado a tiros a las afueras de su residencia en el edificio Dakota de Nueva York. Tenía 40 años.
Su muerte no fue solo el fin de una vida, sino un ataque brutal a un símbolo de paz y esperanza. La música, literalmente, se detuvo.
Las Últimas Horas de un Icono
La tarde del 8 de diciembre de 1980 comenzó con un encuentro que, en retrospectiva, se volvería escalofriante. Al salir del edificio Dakota junto a su esposa, Yoko Ono, Lennon fue abordado por un joven de 25 años llamado Mark David Chapman, quien le pidió un autógrafo en una copia de su nuevo álbum, Double Fantasy. Lennon, amable como siempre, firmó el disco y continuó su camino hacia el estudio de grabación.
Horas más tarde, alrededor de las 10:50 p.m., la pareja regresó a casa. Mientras caminaban hacia la entrada del edificio, Chapman, que había estado esperando en las sombras, llamó a Lennon por su nombre y le disparó cinco veces por la espalda. A pesar de los esfuerzos médicos en el Hospital Roosevelt, Lennon fue declarado muerto a su llegada.
Cuando la policía arrestó a Chapman en la escena del crimen, este no intentó huir. Estaba tranquilamente sentado en la acera, leyendo una copia de la novela The Catcher in the Rye.
Una Vigilia Global: “No Hay Funeral para John”
La noticia se extendió como un reguero de pólvora en una era sin internet. La gente se enteró a través de interrupciones en las transmisiones de televisión y por locutores de radio con la voz quebrada. En cuestión de minutos, una multitud conmocionada y desconsolada comenzó a congregarse espontáneamente frente al edificio Dakota, encendiendo velas y cantando canciones de Lennon y The Beatles.
Al día siguiente, una Yoko Ono devastada emitió una declaración que se convertiría en el epitafio no oficial de su esposo: “No hay funeral para John. John amó y oró por la raza humana. Por favor, hagan lo mismo por él”. En lugar de un funeral, se pidió una vigilia de diez minutos de silencio en todo el mundo, un evento que unió a millones de personas en un duelo compartido.
Un Renacimiento Creativo Interrumpido
La tragedia fue aún mayor porque Lennon se encontraba en medio de un renacimiento personal y creativo. Después de un hiato de cinco años en el que se dedicó a ser padre y esposo, acababa de lanzar el álbum Double Fantasy junto a Yoko Ono.
El primer sencillo, “(Just Like) Starting Over”, se había convertido en un éxito, y el mundo celebraba el regreso de una de sus voces más vitales. Su asesinato no solo robó a un esposo y un padre, sino que silenció a un artista que apenas comenzaba un nuevo y emocionante capítulo.
El legado de John Lennon, el soñador que nos pidió que imagináramos un mundo sin posesiones, sin codicia y en paz, se magnificó con su violenta muerte. Su asesinato lo convirtió en un mártir, y su mensaje, más de cuatro décadas después, sigue resonando con una urgencia inquebrantable.




