Diciembre en México huele a pino, a ponche, y, sobre todo, a una deliciosa y abundante cena. La Navidad es una celebración que se vive con todos los sentidos, pero es el paladar el que se lleva la mejor parte. Nuestra gastronomía navideña es una fusión espectacular de tradiciones europeas y sabores prehispánicos que, juntas, crean un menú inolvidable.
Las Estrellas de la Nochebuena
La cena del 24 de diciembre es el evento culinario más esperado del año. Cada familia tiene su toque secreto, pero hay platillos que no pueden faltar, verdaderos pilares de la cocina festiva mexicana:
- El Pavo o Guajolote: Este es el gran protagonista, adoptado de las tradiciones anglosajonas, pero con un toque muy mexicano. Se rellena y se baña en salsas ricas que varían de lo dulce a lo salado.
- El Bacalao a la Vizcaína: Un plato de origen español que llegó con el virreinato. El bacalao, cocinado con jitomate, aceitunas, alcaparras y chiles güeros, es el sabor de la herencia europea en la mesa.
- Los Romeritos en Mole: Esta hierba silvestre o quelite, cocinada en mole con tortitas de camarón seco, es un plato de Cuaresma que se adoptó en Navidad para representar la “vigilia” (comida sin carne) y se ha quedado como un clásico de la Ciudad de México y el centro del país.
- La Ensalada de Manzana: Un postre refrescante, cremoso y dulce que contrarresta la intensidad de los platos fuertes. Hecha con manzana, nuez, pasas y crema, es un clásico que siempre se come frío.
El Acompañamiento Perfecto
Ninguna cena está completa sin bebidas que calientan el alma y postres que endulzan la vida:
- Ponche Navideño: La bebida más reconfortante. Preparado con frutas de temporada como la caña de azúcar, la guayaba, la manzana y el tejocote, y sazonado con canela. Es el olor oficial de la Navidad en México.
- Tamales: Aunque se comen todo el año, en muchas regiones son el acompañamiento perfecto para la cena o para los días siguientes, rellenos de mole, carne o rajas.
El Fenómeno Inexplicable del Recalentado
Llegamos a la mejor parte de la Navidad: el recalentado. ¿Por qué la comida del 25 de diciembre y hasta el 1 de enero sabe misteriosamente mejor que la noche anterior? Este no es un simple mito, ¡hay ciencia y magia detrás!
- La Química de los Sabores: Cuando los platillos como el bacalao, el mole, o los romeritos se dejan reposar, los ingredientes tienen tiempo de interactuar y liberar sus moléculas aromáticas. Al recalentarse, estas moléculas se intensifican, permitiendo que los sabores se mezclen y profundicen de una manera que es imposible lograr en la cocción inicial.
- El Factor Mole y Guisado: Los platillos que tienen base de guisado o mole (como los romeritos o el bacalao) son los que más se benefician del reposo. La grasa del guiso ayuda a retener y disolver los compuestos de sabor, que luego se liberan con el calor del recalentado.
- Comodidad y Convivencia: El recalentado también tiene un componente emocional. El 25 de diciembre ya no hay prisa ni el estrés de la cocina de Nochebuena. Es el momento de relajarse, disfrutar de la familia y comer con calma, lo que hace que la experiencia (y el sabor) sea mucho más placentera.
Así que, mientras la cena de Nochebuena es una muestra de amor y esfuerzo, el recalentado es el regalo de la paciencia, donde los sabores alcanzan su máximo potencial. ¡A disfrutar de este banquete eterno!




