El día que Prince cambió su nombre y dejó al mundo en shock
En los 90, Prince no solo rompió esquemas con su música, sino que también desafió todas las reglas de la industria con una decisión que dejó a todos boquiabiertos: cambió su nombre a un símbolo impronunciable. Esta jugada no solo confundió a la prensa y a sus fans, sino que también fue un golpe directo contra su disquera.
El conflicto con Warner Bros.
A principios de los 90, Prince estaba en guerra con su sello discográfico, Warner Bros. Sentía que la compañía lo estaba limitando creativamente y explotando su trabajo. Para protestar, tomó una decisión radical: dejó de llamarse Prince y adoptó un símbolo inidentificable, combinando los signos masculino y femenino.
Un símbolo, una estrategia
Como nadie podía pronunciar su nuevo nombre, la prensa empezó a referirse a él como “The Artist Formerly Known as Prince”. Pero detrás de esta rareza había una jugada maestra: al cambiar de nombre, Prince esquivó las restricciones de su contrato y pudo lanzar música de manera más libre.
El impacto en su carrera
El cambio generó todo tipo de reacciones. Algunos lo vieron como una locura, otros como un acto de rebeldía genial. Lo cierto es que esta estrategia no solo frustró a Warner Bros., sino que también reforzó la imagen de Prince como un artista que no seguía reglas.
El regreso del ícono
En el 2000, tras recuperar los derechos de su música, Prince dejó atrás el símbolo y volvió a usar su nombre. Pero su punto ya estaba claro: su arte no pertenecía a ninguna disquera, solo a él. Su audaz movimiento dejó huella en la industria y demostró que, más que un músico, era un visionario dispuesto a desafiar cualquier norma en nombre de su creatividad.